Muchos negocios que se dedican a la reparación de dispositivos y productos podrían desaparecer.
Se ha hecho mucho revuelo en internet, incluido nuestro propio portal, acerca de la entrada en vigor del T-MEC el pasado 1º de Julio. Las reformas y leyes aprobadas por el poder legislativo mexicano que lo acompañan han sido el principal objeto de controversia pues, en términos coloquiales, amenazan con altas multas o hasta prisión a las personas que intenten reparar sus propios dispositivos electrónicos.
¿Es esto una exageración de la realidad? ¿Hay un panorama más grande que no estamos viendo? Como suele suceder con situaciones tan complejas, la respuesta es mucho más larga que un simple “sí” o “no”.
Brevemente debemos de recordar que el T-MEC es en esencia una modernización del famoso Tratado de Libre Comercio entre nuestro país, Estados Unidos y Canadá. Históricamente, este tratado siempre ha creado nuevas oportunidades para México, pero también le ha presentado retos. La más reciente revisión no es la excepción. Las oportunidades en este caso, se refieren a solidificar la relevancia de nuestro país en el comercio internacional de la región de América del Norte, algo importante considerando el contexto mundial actual y las tensiones políticas que han ido en aumento durante los últimos años. Este es el beneficio externo que el T-MEC representa para México, el interno es cómo prepara a la nación para la inminente Cuarta Revolución Industrial.
Contrario a lo que su nombre pueda hacernos pensar, la Cuarta Revolución Industrial no tiene absolutamente nada que ver con la famosa “Cuarta Transformación” del Presidente Andrés Manuel López Obrador. La Cuarta Revolución Industrial se refiere a la inevitable convergencia entre las tecnologías digitales, físicas y biológicas, mismas que modificarán fundamentalmente la forma en la que vivimos, trabajamos y nos relacionamos en sociedad. La Secretaria de Economía del Gobierno de México, Graciela Márquez, ha hablado de cómo el T-MEC pretende preparar a México para este radical cambio inminente.
Específicamente, con el T-MEC, México moderniza su régimen de protección a la propiedad intelectual y con ello facilita la introducción de tecnología innovadora dentro un marco jurídico. México, además, se compromete a una protección efectiva a los derechos de propiedad intelectual en diversas áreas de la creación de inventiva humana como, por ejemplo, las marcas, patentes, diseños industriales, indicaciones geográficas, derecho de autor y derechos conexos. En ese sentido, con el T-MEC se incorporarán al marco jurídico nacional los medios para la protección a obras que se encuentran disponibles en formatos digitales, tales como las medidas tecnológicas de protección y las condiciones para un esquema de “puertos seguros” para Proveedores de Servicios en Línea.
Si éstas son las oportunidades, ¿cuáles son los retos? Aquí es donde empezamos hablar acerca del famoso enunciado de que “nos meterán a la cárcel si intentamos reparar nuestro celular”.
Las medidas de protección anteriormente mencionadas revelan el otro lado de la moneda, pues contemplan multas de hasta 1.7 millones de pesos y sanciones de hasta 6 años de cárcel por eludirlas. Aunque el propósito de estos llamados “candados digitales” es impedir el acceso, copia o modificación de información contenida en un dispositivo o sistema, también obstaculizan la capacidad de las personas de reparar sus propios dispositivos, modificarlos a sus necesidades, utilizar piezas o consumibles de marcas diferentes o estudiarlos para detectar sus vulnerabilidades. Rápidamente viene a la mente la imagen de que aquellos talleres de reparación de computadoras pasarán a ser ilegales. La inconformidad ante la situación es obvia, entonces.
Sin embargo, tal y como aludimos en nuestra nota pasada sobre el T-MEC, muchas veces nos hemos comprometido previamente a no buscar reparar nuestro dispositivo o más bien renunciar a nuestro derecho de hacerlo a través de los conocidos “Términos y Condiciones de Uso” que muchos aceptamos sin revisar a detalle. El fundamento legal de esto es que el hardware de nuestro dispositivo viene ligado a un software que no es de nuestra propiedad, pues meramente hemos pagado por el permiso de utilizarlo dentro de los parámetros que el fabricante ha designado. Un perfecto ejemplo es el suite de Microsoft Office; aunque muchos creen que son dueños del software, en realidad meramente son dueños de la licencia de uso. Otro caso son las compras que la comunidad videojueguil puede hacer en Steam; no estamos pagando por copias de un juego en sí, sino por el acceso al mismo. La idea de enfrentar prisión por querer reparar un celular del cual en teoría no somos dueños opera bajo el mismo principio.
Podemos encontrar una situación análoga en el Digital Millennium Copyright Act (DMCA) de Estados Unidos, el cual sirvió de fundamento para que la empresa de tractores John Deere no permitiera que los agricultores y ganaderos que usaban sus productos pudieran repararlos ellos mismos, teniendo que acudir forzosamente a un distribuidor autorizado o cualquier especialista que John Deere aprobara. Para esto, el DMCA implementa tratados de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) de la cual México forma parte también.
En términos reales, todo esto significa que muchos negocios que se dedican a la reparación de esta clase de dispositivos y productos podrían desaparecer, pues estarían operando de una forma que va en contra de lo legal de acuerdo al T-MEC. No todo es un caso perdido, sin embargo, pues apelaciones al DMCA en el Congreso de los Estados Unidos resultaron en excepciones a la Ley de Derechos de Autor en ese país que permitieron la reparación de ciertos dispositivos y productos. Considerando la relación entre el DMCA, la OMPI y el T-MEC, entra dentro de lo factible que se dé una situación similar en México, pues debe de contemplarse que la razón detrás de estas prohibiciones es para proteger la propiedad intelectual, y el acto de reparación, si es que se regula apropiadamente y certifica, no es uno que violente a la misma.
Queda claro que el T-MEC es un arma de doble filo para el pueblo mexicano, pues mientras pretende preparar al país para el futuro, también afecta su presente. ¿Qué nos queda hacer ahora? Primero que nada será observar el desarrollo de la situación, pues la legislación todavía está en su infancia y seguirá en constante transformación por el futuro próximo. Segundo, en dado caso de que seamos dueños de un negocio que pueda verse afectado por el T-MEC debido al giro en el que opera, será imprescindible buscar las formas en las que pueda entrar en la regularidad. Tercero, es seguir el ejemplo de instituciones como la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D) que, así como se hizo en EEUU con el DMCA, busca argumentar una naturaleza inconstitucional en el T-MEC frente a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, causa que puedes apoyar aquí.
El T-MEC y todo el revuelo que ha generado, era a final de cuentas algo inevitable, fuera de la lista de acciones que antes mencionamos sólo queda ver si acaso las oportunidades que se prometen a costa de los retos son reales o meramente una idealización que todavía está muy, muy lejos.