En 1962, el mangaka Fujio Akatsuka lanzó su serie Osomatsu-kun, obra que seguía las aventuras de un grupo de sextillizos traviesos. La publicación comenzó a recibir algo de éxito, particularmente después de introducir a dos peculiares personajes secundarios: Iyami, un hombre bien vestido y lleno de planes e ideas que asegura venir de Francia; y Chibita, el rival de los sextillizos, quien frecuentemente se une a los planes de Iyami, sobre todo cuando involucra a sus acérrimos enemigos.Tristemente, hemos aprendido a la mala que llamas que arden con esta intensidad tienden a extinguirse más rápido. Después de un hematoma intra-axial en 2002, el maestro Akatsuka quedó en un estado vegetativo. Para el 2008 falleció y con su partida el mundo tuvo que despedirse de el “rey del gag manga”.
Dicen que el tiempo cura todas las heridas, y si bien todavía no podemos demostrarlo a ciencia cierta, al menos podemos decir que el pasar de los años y 80o aniversario del autor han sido lo suficiente como para que el estudio Pierrot decidiera sacar una serie secuela de Osomatsu-kun, llamada Osomatsu-san, con los mismos sextillizos pero diez años después y viviendo en el Japón actual. Aunque no recaptura el relámpago en la botella que fue la obra original de Akatsuka, sí logra ser una bestia totalmente diferente pero igual de interesante.
No sólo estamos hablando de una comedia: esta serie es una obra rebelde y transgresora. No es un humor tonto, se aleja bastante de los tropos del gag manga y en su lugar se ve basado más en la nostalgia que en cualquier otra cosa. Desde el primer episodio el mundo de Osomatsu-san comienza a descontrolarse, arrojando un número absurdo de parodias a la pantalla y demostrando que estos sextillizos no son los niños de la serie original, sino adultos que la vida ha moldeado de una manera muy particular. A diferencia de muchos otros países, Japón no tiene leyes que protejan las parodias, por lo que si una obra quiere referenciar a otra necesitan el permiso expreso de los dueños de la obra a parodiar. A Osomatsu-san no le importó en lo más mínimo. Su primer capítulo viola las leyes de copyright japonesas de una manera tan agresiva que actualmente no hay manera legal de ver el episodio: no ha vuelto a ser transmitido, no está en los Blu-ray, y fue removido de los servicios de streaming. Si para estas alturas no queda claro que los tiempos han cambiado para esta franquicia, no sabemos qué decirte.
Sin embargo, esto es sólo la punta del iceberg: durante su transmisión, Osomatsu-san recibió quejas por parte de grupos de defensa a la moral, ya que varias de las bromas que presenta han estado tan subidas de tono que es un milagro que hayan salido en televisión. Vivimos en una época en la que la controversia es el nuevo sex appeal de los medios y debemos de admitir que está haciendo efecto en nosotros porque después de ver el caótico aire que Osomatus-san lleva no podíamos despegarnos de la pantalla y pusimos por vez primera más atención a los hermanos que a sus coloridos personajes secundarios.
El mayor de los sextillizos es Osomatsu, el autoproclamado líder del grupo, flojo, egoísta, irresponsable y con una afición por perder dinero apostando en las carreras de caballos. Karamatsu es el segundo en edad, quien trata de ser “cool” y conquistar a las chicas, pero en lugar de eso termina siendo bastante tonto. Choromatsu es el más normal y centrado de los hermanos, siendo la voz de la razón, con la excepción de que es un Otaku de Idols bastante intenso, incapaz de entablar una conversación con el sexo opuesto.
Ichimatsu es el hermano más pesimista, siempre deprimido y prefiriendo estar solo que en la compañía de otros seres humanos. Nadie sabe exactamente qué le pasó a Jyushimatsu, pues de ser un niño bastante tranquilo se convirtió en un adulto decididamente loco, con una obsesión con el béisbol y una tendencia a hacer cosas absurdas que desafían las leyes de la física y la lógica. Todomatsu es el más pequeño de los seis, de comportamiento un tanto tierno e infantil que le da cierto éxito con las chicas pero que esconde una personalidad bastante manipuladora e hipócrita.
Aquí tenemos las herramientas perfectas para una serie dramática que no tenga miedo a tratar temas densos para poder obtener historias que caminen la delgada línea de la complejidad narrativa y la comedia histérica. No va a ser lo que esperas, podemos prometerte eso, pero si tu curiosidad se ha visto tentada con nuestras palabras e imágenes en pantalla, te recomendamos veas la serie ahora mismo. Eso sí, bajo tu propio riesgo.
