Uno de los aspectos más emblemáticos de cualquier película de James Bond son los diversos autos que llegan a la pantalla grande para acompañar al super espía. En víspera del estreno de No Time To Die, la vigésimo quinta aventura del 007, dedicaremos un espacio para recordar los mejores autos que han hecho acto de presencia en la legendaria saga creada por Ian Flemming. En esta ocasión nos toca hablar del BMW Z3, el auto de Pierce Brosnan en GoldenEye.
De todos los autos que alguna vez fueron conducidos por James Bond en la gran pantalla, el BMW Z3 es quizá el único que ostenta un precio razonable. Con un valor promedio de 200,000 pesos mexicanos, este es el convertible del 007 ideal para cualquiera que quiera emular el atemporal estilo del superespía sin tener que vender un riñón u otro órgano no esencial para comprarlo.
El Z3 fue el primero de los tres BMW presentados en tres películas de James Bond como parte de una campaña de marketing cortesía de la marca alemana. Si bien esto resultó ser un gran éxito para el Z3, algunos de los fanáticos más incondicionales de la franquicia no lo aceptaron. Después de todo, este fue el primer automóvil no británico que el 007 condujo después de una serie casi ininterrumpida de Aston Martins, y no solo eso, su tiempo en pantalla es algo decepcionante en comparación con otros vehículos Bond al estar tan solo unos minutos en escena. Eso no impidió que BMW vendiera 15.000 roadsters antes de que se presentara oficialmente el automóvil, aparentemente el nombre de James Bond es una de los mejores respaldos que puedes tener para tu producto.
Si bien el automóvil que aparece en la película es un modelo de preproducción, la versión que eventualmente llegó al mercado no era muy diferente. El motor era un 4 cilindros de 1,9 litros que producía 138 caballos de fuerza. Si estas cifras suenan poco impresionantes, no te preocupes, al parecer la velocidad no formaba parte de la ecuación durante esta aventura de James Bond. Menos mal que a Brosnan no le tocó particupar en una persecución mientras estaba detrás del volante.
Afortunadamente, más tarde se ofrecerían motores más grandes y fuertes para el Z3, lo que resultó en que poco a poco se convirtiera en una máquina que poseía el poder que su estilizado diseño deportivo sugería. No obstante, incluso en su configuración más avanzada, el BMW Z3 se siente más que nada como un auto hecho para manejarse de una forma un poco más vertiginosa que tu típico paseo de domingo, pero nunca con la misma agilidad que otros autos conducidos por el 007. Esto no era algo necesariamente malo, sin embargo, pues el BMW Z3 no fue diseñado para alcanzar los tiempos de 0 a 60 MPH más cortos, o derraparse por las curvas más pronunciadas con suma facilidad. No, este auto nació con la única intención de ser un ícono de estilo y elegancia casi tan atemporal como el espia británico que se encontraba detrás de su volante; y así como Bond se las ingenia para salvar al mundo al final de GoldenEye, el pequeño convertible también supo cumplir su misión.