Cuando Fornite desapareció de la App Store de iOS sabíamos que algo andaba mal. Poco después de que Apple eliminara al popular juego de Epic Games de su plataforma, la desarrolladora de videojuegos emitió una demanda en contra de la firma de tecnología acusándola de ejercer prácticas anticompetitivas y monopólicas. Quedó claro para Apple, entonces, que Epic Games le había tendido una trampa y ellos habían caído ciegamente en ella.
Apple no eliminó a Fornite de la App Store nada más porque sí. Tal y como reportamos con anterioridad, Epic Games infringió los términos de su contrato con Apple para distribuir Fornite en dispositivos iOS al ofrecer paVos a un precio mucho más bajo pero fuera del método de pago interno de la aplicación. De acuerdo a las condiciones del contrato con Apple, todas las compras de la aplicación deben realizarse dentro de la misma y de hecho se prohibe estrictamente que la aplicación le sugiera al consumidor realizarlas a través de medios alternativos, además de que Apple recibirá un 30% de las ganancias generadas por la compra.
Podemos decir, entonces, que Apple estaba en todo su derecho de eliminar a Fornite de su tienda digital, y que si los fanáticos del juego estaban molestos por ello deberían de culpar a Epic Games, no a Apple. Sin embargo, la forma tan decisiva y eficaz en la que Apple se deshizo de Fornite, ejerciendo un poder tan desmesurado, le dio a Epic Games la evidencia perfecta para formar un caso en contra de la compañía de Tim Cook, pues hizo evidente que los términos y condiciones que Apple impone le dan un control sobre el mercado de compras internas prácticamente monopólico. Lo que Epic Games hizo, entonces, no fue un intento de pasarse de listos, fue una provocación a la que Apple respondió justo como se esperaba.
Epic Games argumenta que las prácticas de Apple limitan las ganancias de los desarrolladores de aplicaciones y, por ende, pueden obligarlos a subir sus precios e inevitablemente afectar al consumidor. Epic espera que, como consecuencia de la demanda, se limite el poder de Apple en este campo, pues eventualmente significaría precios más justos para todos y una distribución equitativa de las ganancias.
Esta no es la primera vez que Apple se enfrenta a esta clase de desafíos legales. El año pasado, la plataforma de streaming Spotify argumentaba en Europa un caso similar, y hace apenas un mes Tim Cook compadeció frente al Congreso de la Unión en una audiencia sobre falta de confianza hacia Apple y otros gigantes de la tecnología. Epic Games es, sin embargo, una de las pocas entidades que realmente puede retar a Apple e ir golpe a golpe contra la compañía, pues a diferencia de Spotify, la desarrolladora de videojuegos no necesita de Apple y su plataforma para subsistir y prosperar.
De hecho, hasta podríamos pintar a Epic Games como una empresa en una cruzada noble, pues no pide ninguna compensación, sólo exige que se haga justicia para que se abra la libre competencia tal y como debería de ser en base a los preceptos establecidos por la legislación americana. Parece casi altruista, pero es aquí donde Epic Games ha cometido un gran error.
Es claro que el plan a largo plazo de la desarrolladora es cambiar las reglas que Apple ha establecido y recibir esa parte de las ganancias que antes tenían que pagarse como tributo. Considerando que todo el modelo de negocio de Epic Games se basa en las ganancias de las microtransacciones de sus juegos, es obvio que eso no le caería para nada mal a los creadores de Fornite. No obstante, están olvidando que las reglas de Apple, incluso aquellas que hacen complicado trabajar en su plataforma, tienen una poderosa razón por la cuál existir: la seguridad y el control de calidad.
La AppStore es el estándar dorado de lo que una tienda virtual debe de ser y ha tomado grandes medidas para mantenerse en ese pedestal. No es sólo que su interfaz y métodos de pago sean intuitivos para el usuario, sino que también filtra el contenido de su tienda para asegurarse de que las aplicaciones mismas estén a la altura. Google, que no hace esto en su Play Store (o al menos no con el mismo escrutinio), y Steam ven sus bibliotecas de contenido repletas de ofertas que son, por falta de una mejor palabra, basura. Apple se ha distanciado de esta mala imagen gracias a sus fuertes reglas. Como dirían los filósofos, es un mal necesario.
El precedente que Epic Games puede crear en la legislación americana podría cambiar la forma en la que desarrolladores, ya sea de videojuegos o de aplicaciones en general, distribuyen su contenido. Quizá, hasta abriría las puertas para tiendas digitales alternativas para iOS. Es cierto que entre más competencia, más se podrían mejorar las ofertas que encontramos, pero el precio de este libre mercado es en mi opinión uno bastante alto.