Hace poco se agregó a Netflix la película “Güeros” de Alonso Ruizpalacios, una suerte de road movie mexicana en la que seguimos la aventura de Tomás y su hermano mayor, Sombra, para encontrar a un músico perdido que el padre de ambos solía escuchar cuando estos eran niños. La película es maravillosa y, en pocas palabras, la podríamos describir como un safari por la Ciudad de México viendo a las diferentes clases sociales y tipos de personas que habitan en esta gran urbe. Aunque podría hablar enteramente de de esta película durante todo el texto, la verdad es que me gustaría ahondar sobre una frase de esta cinta.
En un punto muy concreto, nuestro grupo de protagonistas se encuentran en la fiesta de estreno de una cinta sin nombre. Durante este evento, en donde nuestros protagonistas se sienten desplazados, Sombra emite su opinión sobre la cinta expuesta. Parafraseando, la frase iría más o menos así: “es una película festivalera, de esas grabadas en blanco y negro y que es alabada por Europa y los gringos, pero que no refleja al verdadero México”. Tras esta frase, Tomás le pregunta: “¿ya viste la película?” Silencio total.
Esta frase puede quedarse como un sencillo chiste de una cinta que, curiosamente, es en blanco y negro y fue festivalera, pero la verdad es que, tras escucharla, no pude evitar recordar una convsersación ajena escuchada por mi (como un buen chismoso debe hacer). La frase, de nuevo parafraseando, iba más o menos así: “como que ir a ver una película mexicana al cine… como que no”. Estoy dando muchas vueltas para empezar con este artículo en cuestión, aunque, ya dado el contexto, me gustaría arrancar con el cuerpo.
Yo seré el primer crítico del cine mexicano, lleno de chistes con tintes racistas y clasistas, historias robadas pasadas como originales, actores estancados que ya no consiguen sacar ni risas incómodas y muchos aspectos negativos que me quedan por listar. Sin embargo, también seré el primero en reconocer que existen grandes exponentes del cine mexicano que son accesibles al público gracias a plataformas como Netflix.
En 2019, el director Fernando Frías estrenaría “Ya no estoy aquí” en la famosa plataforma de streaming. Fue alabada por todos a nivel mundial y su protagonista consiguió la atención a nivel nacional gracias a su gran desempeño. Pero, por más linda que sea esta historia, no todos los casos similares tienen la misma suerte. “Güeros” fue recientemente subida a Netflix y ni siquiera consiguió entrar en el Top 10 nacional, mientras que la desgarradora “Noche de Fuego” y el grandioso documental “Película de policías” pasaron desapercibidas de forma horrible durante su estreno en 2021.
Las películas mexicanas NO le importan al público mexicano a menos que tengan imágenes o frases “memeables”. La sociedad mexicana ha llegado a tal grado de desprecio hacia la cinematografía nacional que han optado por rechazar las propuestas más inocentes o menos problemáticas del cine comercial, repitiendo hasta el hartazgo las mismas críticas hechas por medios especializados, sin darse la oportunidad de formar un criterio propio.
El cine mexicano tiene salvación, pero nada se hará por gracia divina. Muchos piensan que compartiendo noticias en redes sociales y diciendo “Viva México” cuando un director o una cinta mexicana triunfan, ya todo estará solucionado. Y no. La industria no funciona así.
Para lograr un cambio necesitamos ir al cine. Buscar películas mexicanas en los servicios de streaming. Las cintas de Marvel y DC van a seguir ahí el día de mañana, acumulando millones de dólares y reproducciones, pero quizá ya no estén ahí las películas mexicanas a las que ignoramos con cada vez mayor frecuencia.
Y no hay excusa admisible. YouTube es el hogar de cientos de cintas mexicanas de gran calidad, ya sea de manera legal o ilegítima, pero películas que, de otra forma, no tendrían un lugar en el que resguardarse. El 29 de marzo del 2020, la UNAM subió a la página oficial de la Cineteca en YouTube la remasterización del documental “El Grito”, cinta grabada durante 1968 y que engloba al movimiento estudiantil en su totalidad, desde el inicio de las protestas en dicho año hasta el fatídico 2 de octubre del ‘68.
La cinta tiene apenas 134 mil reproducciones, una cifra bajísima considerando que en México habitan, a la fecha, aproximadamente 128 millones de personas. Pero claro, en México no se hace buen cine, sería una ridiculez pensar eso.
Y claro, cuando llega una buena película como “Roma”, México celebra y se emociona porque una película de producción mexicana ha ganado un premio tan “blanco” como lo es un Oscar. Y, en la casa, el mexicano critica y se burla de esta cinta, utilizando a su protagonista como parte del discurso racista y clasista que se repite hasta el cansancio en el país.
No podemos seguir por este camino. Debemos hacer lo necesario para que el cine mexicano sea el que nosotros nos merecemos. Pero también nosotros debemos cambiar la mentalidad. Una película que critica la situación actual de México no es “malinchista” ni un “mal retrato”, lo que pasa es que nos incomoda la crítica y, por ello, no somos capaces de ver más allá de la primera capa. Nos quedamos en las imágenes y en las palabras, sin adentrarnos mucho en las razones. En el “¿por qué?” de un México tan criticado.
Sal y busca películas mexicanas. Nuevas, viejas. Incluso ve películas mexicanas MALAS, puesto que estas te ayudarán a desarrollar un mejor criterio para futuras cintas. Y por favor, cuando no sepan que ver, siempre buscan una cinta mexicana. Por una vez, cumplan eso de “consumir local”.