Microsoft ha confirmado que no reducirá los estrictos requisitos de hardware para Windows 11, incluyendo la obligatoriedad del módulo TPM 2.0, mientras se acerca la fecha de fin de soporte para Windows 10 en octubre de 2025. Este componente es esencial para la seguridad y la integridad de los dispositivos, según la compañía.
El TPM 2.0 juega un papel clave en funciones como la encriptación de datos, la protección de credenciales y tecnologías avanzadas como BitLocker y Secure Boot. Además, Microsoft exige que los dispositivos sean compatibles con seguridad basada en virtualización (VBS) y la integridad del código protegida por hipervisor (HVCI), limitando el soporte a CPUs lanzadas a partir de 2018.
Pese a los métodos no oficiales para instalar Windows 11 en hardware no compatible, Microsoft ha endurecido los controles de compatibilidad, especialmente con la actualización 24H2, dificultando las instalaciones en equipos más antiguos.
Con el fin del soporte de Windows 10 en el horizonte, la empresa intensifica sus esfuerzos para animar a los usuarios a adquirir nuevos dispositivos, utilizando avisos en pantalla completa que recuerdan la importancia de la actualización.