Cuando la primera temporada de “Euphoria” fue lanzada en el año 2019, no tuvo el gran recibimiento que sus productores esperaban. De hecho la serie era considerada un pequeño nicho, hasta que llegó la pandemia y con ella una oleada de personas que, habiéndo acabado todas las series y películas por ver, decidieron adentrarse en el mundo de la serie creada por Sam Levinson, provocando que su fama se incrementara.
Sin embargo, la serie no convenció a todo el mundo. Cierto grupo de personas alegaba que “Euphoria” presentaba una visión romantizada de las drogas y del sexo en la adolescencia, asemejándose a obras como “Élite” o “Gossip Girl”. Parece ser que Levinson se dio cuenta de esta percepción, por lo que decidió alejarse de uno de los elementos más particulares de la primera temporada: la estética. Así que, con esto en mente, la segunda temporada arranca con una bandera en alto: fuera brillitos, esta es la realidad.
“Euphoria (S2)” arranca justo donde se termina la primera temporada. Rue ha recaído en las drogas. Fez y Ashtray se adentran en negocios cada vez más oscuros. Kat está de novia con Ethan. Maddy intenta alejar a Nate para siempre de su vida. Cassie está, por primera vez en mucho tiempo, soltera. Jules no sabe como enmendar las cosas con Rue. Nate es un cabrón. Y Lexi sigue al margen de todo.
Bueno, tras leer el párrafo anterior, espero que hagan una cosa: olvidarse de él para siempre. Bueno, para siempre no. Los personajes de Euphoria tratan de avanzar y cambiar para bien sus vidas, aunque, como adolescentes inocentes, piensan que esto se logra de la noche a la mañana. Y si algo nos ha enseñado la edad es que las personas pueden cambiar, pero con ayuda y un largo tiempo de tratamiento. Y aquí entra la primera cuestión: es claro que no estamos viendo adultos.
Fuera del hecho de que todos los personajes principales son interpretados por mayores de edad, la serie no debe esforzarse mucho por mostrarnos una característica esencial de los mismos: son unos niños. Y como tal, los veremos ilusionarse, fantasear, dejarse llevar por las emociones y, en una de las escenas que más duelen en retrospectiva, jugar. Nuestros queridos personajes están chiquitos, y deberíamos cuidarlos, pero también son jóvenes, tercos e idiotas. Por ello, me es imposible enojarme con alguno (excepto contigo, Nate).
La adolescencia es un punto clave en la vida de todas las personas, y por ello me alegra que la serie se haya decidido por mostrarnos el pasado de uno de los mejores personajes en la segunda temporada: Cal Jacobs. Fuera del problema que tengo con que el personaje sea un “gay reprimido”, me gusta ver lo que ocasionó que Cal creciera siendo un padre desapegado y apático, que duda en mostrar cariño a sus hijos, que a sus ideas, lo alejaron de su verdadero amor. El pasado de Cal es de mis partes favoritas de la serie, y aunque no puedo excusar sus acciones, me ayuda a entender la psique de uno de los mejores personajes que tiene “Euphoria”.
Pero claro, si menciono a Cal, uno de los mejores personajes masculinos de esta temporada, también debo hablar de uno de los mejores personajes femeninos. Lexi empieza esta temporada como vivió toda la anterior: al margen de la historia principal y a la sombra del resto del reparto. Sin embargo, al final veremos a una Lexi más confiada y segura de sí misma, que ha logrado convertirse en una protagonista increíble.
La reacción del público a Lexi antes de esta temporada era: “me gustaría tener una amiga como Lexi”. Y sé que es real porque lo he escuchado. Aún si nos gustaba el personaje, cometemos el mismo error que sus amigos en la historia: subestimar y verla como una segundona. Al final, el pensamiento general parece ser: “quiero ser como Lexi”. Y a mi, honestamente, esto me hace muy feliz.
Repito que Levinson escuchó a los detractores de Euphoria, y respondió directamente a una de las quejas de la primera temporada: “¿dónde están los padres de estos niños?” Bueno, pues los padres están en primera línea. Muchos de ellos tienen sus propios problemas, pero quieren ayudar a sus hijos, formar un vínculo con ellos. Pero no es fácil. Me sería muy sencillo criticarlos, pero yo no tengo hijos. Lo que tengo es una madre, que ha atravesado momentos difíciles con el objetivo de sacar adelante a 2 hijos varones. Esta segunda temporada me hace admirarla aún más.
Y hablando de cosas difíciles, ¿recuerdan que dije que Levinson quitó los brillitos? Pues sí, lo hizo. Decir “una fiesta tipo Euphoria” ya no tiene el mismo significado tras el último capítulo. Lo que antes podía ser confundido con glamour y una estética de lucecitas intensas y glitter en la cara, ahora nos muestra la cruel realidad. Nos muestra a una familia destruida por las drogas. Nos muestra las lealtades rotas en las relaciones amistosas. Nos muestra violencia. Quien se atreva a decir que “Euphoria sólo romantiza el uso de drogas”, simplemente o no tiene criterio alguno, o es un idiota sin remedio. Identifíquese según le convenga.
Tengo mucho que decir sobre esta serie. Por ejemplo, el uso de los automóviles como una metáfora de la masculinidad tóxica (algo similar a lo que hizo Gran Torino en su tiempo), o el hecho de que nos hace preguntarnos “¿por qué me siento incómodo viendo penes en un par de escenas cuando no me molestaba ver a las actrices desnudas en todos los episodios de la primera temporada?”
Pero me es difícil hacerlo sin entrar en más detalles sobre la trama. Si “Euphoria” te gustaba antes, te va a gustar ahora. Si la empezaste a ver por esta segunda temporada, espero que la hayas disfrutado. Si no te gustó la primera, creo que esta última temporada te puede dejar mucho más contento.
Sin duda yo me voy con una bonita sensación al saber que, una vez más, he visto una serie que pocas veces será superada o igualada. De mi parte, bajo ciertas advertencias, va muy recomendada.