Las segundas partes no siempre son una buena idea. En sus intentos por recapturar la magia de la obra original, suelen terminar sintiéndose derivativas, aburridas o incluso arruinar la fórmula que tanto nos gustó en primer lugar. Aún así, muchos estudios de videojuegos no han dejado de recurrir a esto una y otra vez, simplemente porque ponerle un número 2 a uno de sus títulos que tuvo éxito en el pasado puede resultar en una forma sencilla de lucrar. Sin embargo, pensamos que hay también una razón más noble para querer dar vida a una secuela, una que no nazca de querer subir las ganancias del segundo trimestre de la empresa, sino de la necesidad inherente de revisitar ciertos mundos, ciertos personajes y ver qué tanto han cambiado y si quizá esos cambios reflejan los que nosotros mismos hemos tenido desde la última vez que los vimos.
The Last of Us Parte II es una de estas secuelas, pues se mantiene fiel a la filosofía del primer juego, una que dictaba la dirección de la experiencia en función de la relación entre sus protagonistas y los sentimientos que estos evocaban en la audiencia, pero no tiene miedo a también presentarnos nuevos retos que son la consecuencia natural de nuestros actos durante la aventura pasada. The Last of Us Parte II no sólo nos deja ver qué tanto ha cambiado el mundo de Joel y Ellie, sino también qué tan responsables somos nosotros de estos cambios: los buenos y los trágicos.
Por más cliché que suene, lo primero que debemos de abordar en The Last of Us Parte II es su simplemente hermoso apartado visual. No tenemos reparo alguno en decir que este es el epítome del potencial gráfico para la actual generación de consolas. No lo decimos solamente por sus detallados paisajes, fluidas animaciones y variadas texturas, sino porque todos los elementos en pantalla trabajan en armonía para construir escenas con un gran poder de inmersión. Quizá haya mejores ejemplos de iluminación dinámica allá afuera, pero estamos seguros que ningún otro juego coloca el mismo cuidado en sumergirnos tanto en su atmósfera. Considerando esto, una notable mejora frente a la entrega pasada es que ahora hay un grado de exploración mucho más grande. No malentiendan, todavía está a mil años luz de ser algo como Red Dead Redemption 2, por más que las cabalgatas quieran convencernos de lo contrario, pero en comparación al primer juego, ahora tenemos un amplísimo campo de movilidad que recompensa la exploración. Sí, todavía hay una notable sensación de linealidad, pero se presenta de una forma orgánica y las secciones que nos permiten vagabundear un poco ayudan a que la experiencia no se sienta monótona, además de hacernos entrar más en la mentalidad de un sobreviviente que hará lo que sea necesario para ver otro día.
Ya que estamos en el tema de supervivencia, es realmente impresionante cómo la desesperación de Ellie por mantenerse con vida se traduce al combate. No son los golpes acrobáticos precisos de Spider-Man o incluso las patadas voladoras de Nathan Drake; son ataques cargados de furia y algo de miedo, pues cada enfrentamiento puede acabar en la muerte. Por eso mismo el juego nos motiva a ser más creativos y estratégicos a la hora de las confrontaciones. Las secciones de exploración que mencionamos antes pintan la oportunidad perfecta para encontrar recursos y otros objetos que nos permiten mejorar nuestras armas, crear trampas y demás cosas que nos pueden dar una ventaja frente a los enemigos. El apartado de sigilo también se ha visto mejorado, a tal grado que hay varias secciones en las que será preferible escabullirnos lejos del peligro. Lo contrario, sin embargo, también es verdad, pues hay enfrentamientos ineludibles contra nuevas variaciones de mutantes del cordyceps que parecen directamente sacadas de un survival horror; aquí la clave también será usar nuestras armas con inteligencia y efectividad sin vernos abrumados por los salvajes monstruos que vienen corriendo hacia nosotros. Nuestro gran problema con todo esto es cómo nuestra inteligencia artificial aliada rompe con la suspensión de la incredulidad de una manera terrible al ser menos que brillante y nos arrastra fuera de la profunda atmósfera sin aviso previo. Algo que creemos se puede solucionar con una actualización.
Es necesario entender estos dos últimos apartados, el de la presentación del juego y la jugabilidad en sí, antes de entrar de lleno a la narrativa, pues como ya es tradición en la serie, esta es el corazón de The Last of Us Parte II. Existe la posibilidad de que algunos importantes sucesos de la historia ya hayan sido arruinados por los leaks, pero en dado caso de que de alguna manera alguien haya mantenido su distancia de los spoilers, no profundizaremos en los detalles. The Last of Us Parte II toma lugar 5 años después de los eventos del primer juego, centrándose en una Ellie mucha más madura y relegando a Joel a un papel más que nada secundario, presentando así una inversión de sus roles en comparación a la entrega anterior. Esta nueva historia lidia más que nada con las consecuencias de actos pasados y cómo estos perpetuan un ciclo de violencia y venganza que aparentemente nunca tendrá fin. Es una temática densa y ver cómo Ellie emprende un camino hacia la madurez en este contexto la hace también una muy poderosa. Sin embargo, es cierto que como resultado puede que algunos tengan dificultades para digerir ciertos eventos e ideas que The Last of Us Parte II propone, pero suponemos que ese es el punto: generar estos sentimientos tan genuinamente humanos y contradictorios en la audiencia.
Cuando todo está dicho y hecho, The Last of Us Parte II es todo un deleite técnico y visual, es un juego realista, pero no por sus gráficos o avanzado sistema de combate, sino por cómo se esforzó en mostrar la cruda naturaleza humana. Narrativamente hablando puede que haya algunos sentimientos encontrados, pero es una de esas historias que quizá, con el tiempo, uno puede aprender a apreciar de una forma distinta. Después de todo, el tema central de esta serie ha sido desde el inicio lo difícil que es dejar ir al pasado y cómo aferrarse a él puede ser dañino y hasta peligroso. The Last of Us Parte II continúa esta idea, diciéndonos a través de varias formas que las cosas ahora son diferentes y debemos aceptar que no pueden volver a ser cómo eran, por más que quisiéramos; pero que eso no significa que las cosas no puedan en algún momento ser mejores de lo que alguna vez fueron. Si nada nunca salieran mal, no aprenderíamos a disfrutar de las pocas veces en las que todo sale bien.
The Last of US parte II cumple en todos sus apartados de manera impecable, sobre todo en crear esa atmósfera que te envuelve y te hace olvidar por un momento que estás al mando del juego, que te hace olvidar que somos los últimos de nosotros.