Reseñas

RESEÑA – BPM: Bullets Per Minute

Hay quienes piensan que ya se ha hecho todo lo podía hacerse dentro del mundo de los FPS. Después de todo, ya se han incorporado mecánicas realistas de física, gráficos alucinantes y hasta narrativas que le pueden dar competencia al Salvando Al Soldado Ryan; pareciera que se ha llegado a un límite género, pero es aquí donde llega BPM: Bullets Per Minute para hacernos ver que no es así. Imagina lo siguiente, un FPS cuyas mecánicas se rigen por el ritmo, sólo puedes disparar, moverte y recargar en sincronía con la música de fondo. El resultado no es sólo una forma increíblemente imaginativa de reinventar las expectativas de un título de disparos, sino todo un espectáculo del que no vamos a querer despegar los ojos. No obstante, ¿acaso la ejecución de esta idea es lo suficientemente buena como para abrir nuevas posibilidades para el género o es simplemente una curiosidad que rápidamente se vuelve aburrida?

Queda claro en BPM, el corazón de toda la experiencia es el ritmo. Cuando decimos que nuestros movimientos dependen totalmente del compás de la música no estamos sobre simplificando las cosas; realmente no podremos hacer nada a menos que sigamos el paso de la melodía. En primera instancia esto es extraño, ya que ni siquiera la animación de recarga de arma, que consta generalmente de tres movimientos, se ve exenta de esta regla. Sin embargo, con suficiente paciencia podemos acostumbrarnos al nuevo ritmo que BPM plantea, literalmente hablando. De hecho, esta peculiar forma de interactuar con el mundo del juego nos tienta a idear formas bastante ingeniosas de combatir a los enemigos y eso hace que rara vez la experiencia se siente repetitiva. No te preocupes, en dado caso que no tengas ritmo como los músicos retirados de Phineas y Ferb, BPM tiene un modo de ritmo automático que sincroniza todos tus movimientos con la música. Lo recomendamos si quieres derrochar estilo sin dedicarle mucho esfuerzo, pero debido a que implementar este modo fácil le quita su apartado original a BPM, a final de cuentas hace que se sienta como un shooter más del montón con una banda sonora particularmente bien lograda.

Ya que tocamos específicamente el tema de la banda sonora, tenemos que hablar acerca de la influencia que ejerce sobre todo el juego. La música en BPM no sólo rige sus mecánicas, sino que también dicta la dirección de la estética. Si alguna vez has visto las portadas de los albums de rock, básicamente ya has visto la paleta de colores y estilo artístico general de BPM. Adentrarse en este mundo es como saltar dentro de un video musical vanguardista de mediados de los ochenta, de esos en los que la única regla era que no había reglas. Cada rincón y escenario derrocha estilo, incluso si a veces lo hace de una manera barroca y exagerada que quizá no es completamente placentera a la vista, pero sí un deleite para el resto de nuestros sentidos. Realmente BPM crea una aventura que, justo como nuestra canción de rock favorita, no se vuelve aburrida por más veces que la repitamos.

Y, en el caso de BPM, vamos a encontrar muchas razones para querer repetir la experiencia una y otra vez. La campaña que aquí se ofrece es corta, pero no demerita la experiencia, pues su diseño está pensando en pro de la rejugabilidad. No sólo hay secciones y secretos que quizá pasemos por alto la primera vez que juguemos BPM, sino también una amplia selección de armas que ofrecen diferentes giros al juego y retos a nuestra creatividad para poder ser usadas de la manera más efectiva y destructiva. También podemos encontrarnos con ítems que alteran la naturaleza de nuestro personaje, aumentando su capacidad ofensiva o defensiva, así como su velocidad, permitiendo que lo construyamos de tal manera que beneficie nuestro propio estilo de juego. Experimentar con diferentes combinaciones de items, armas y estrategias es algo que va a tardar mucho tiempo en sentirse aburrido.

 

Eso sí, incluso cuando descubres todos los secretos dentro de los escenarios de BPM todavía hay otra capa de rejugabilidad para explorar, y esa es el intentar completar la campaña con diferentes personajes. Quizá parezca que el elenco de ángeles seleccionables en BPM son meramente diferencias estéticas para nuestro avatar, pero la verdad es que cada uno ofrece una experiencia radicalmente diferente. Como en todo juego que ofrece varios personajes seleccionables, hay algunos que ofrecen mayor capacidad defensiva desde un inicio y otros con mayor capacidad de daño, pero BPM agrega héroes peculiares a su elenco al incluir un ángel que puede volar libremente por los escenarios pero morirá al primer impacto enemigo, y otro que no puede recoger ni una sola arma, pero puede lanzar poderosas bolas de fuego de sus manos. Encontrar la forma de poder construir sobre las debilidades y fortalezas de estos personajes es algo que definitivamente llamará la atención de todos los fanáticos del género que buscan un reto de varias capas. Además, incluso cuando logras terminar la campaña con alguno de ellos, si lo hiciste en modo normal o difícil se agrega una habilidad adicional para el personaje con el que la historia fue completada; creando así OTRA razón más para volver a jugar BPM.


Lamentablemente, incluso por más detalles imaginativos que BPM nos arroje, sabemos que su apartado fresco e innovador es algo que no puede sostenerse para siempre. Poco a poco, con cada arma que dominemos, con cada personaje que entendamos y secreto que descubramos, vamos quitándole las plumas a las alas que hacen que este juego vuele por encima de sus contemporáneos. Eventualmente BPM se queda sin detalles frescos que nos llamen la atención, y podemos ver lo es realmente en su forma más pura: un FPS en la vena de Doom que ha incorporado mecánicas de ritmo en su dinámica de combate, una obra derivativa que es emocionante explosiva por un rato, pero luego se vuelve una novedad que pasará de moda. No obstante, así como las tendencias del pasado que encuentran un lugar en tiempos modernos, sabemos que nos veremos tentados a regresar en algún punto a BPM para revivir ese encanto tan bello y caótico. 

Imagina lo siguiente, un FPS cuyas mecánicas se rigen por el ritmo, sólo puedes disparar, moverte y recargar en sincronía con la música de fondo.

La campaña que aquí se ofrece es corta, pero no demerita la experiencia, pues su diseño está pensando en pro de la rejugabilidad. No sólo hay secciones y secretos que quizá pasemos por alto la primera vez que juguemos BPM, sino también una amplia selección de armas que ofrecen diferentes giros al juego y retos a nuestra creatividad para poder ser usadas de la manera más efectiva y destructiva.

8
Historia:
6
Gráficos:
8
Jugabilidad:
9
Música:
9

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