Reseñas

RESEÑA – No Straight Roads

El panorama actual de los videojuegos es aburrido. Sí, quizá es una declaración controversial, pero es la verdad. Bueno, concederemos que “aburrido” probablemente sea una palabra muy fuerte; mejor digamos “predecible” o “derivativo”, pues durante los últimos años pareciera que los desarrolladores han estado más preocupados por capitalizar sobre las tendencias más populares, que por crear obras con una visión artística clara y un propósito mecánico bien definido. La mayoría de los lanzamientos recientes se sienten más que nada como productos blandos que no van a tardar en aburrir a sus audiencias. Por eso es que queremos agradecer al Cielo por permitir que cosas como No Straight Roads todavía existan: este es uno de esos juegos que ofrecen una experiencia tan única e imaginativa que logra contrarrestar la monotonía de todos esos títulos que saturan el mercado, con claras influencias en obras como Jet Set Radio, aquí se nos presenta un brawler quintaesencial, que no teme incluir música, colores y desastre a su explosiva fórmula.

La historia que justifica la alocada estética y mundo de No Straight Roads es algo así como un cruce entre Footlose, Bill & Ted, y la Odisea de Homero. El dúo dinámico de Zuke y Mayday se embarca en una aventura por restablecer el rock en Ciudad Vinil, convirtiendo a sus instrumentos en armas de combate que, siendo totalmente honestos, resultan ser igual de destructivos que cualquier cañón o ametralladora. El uso de instrumentos musicales como armas no es mera coincidencia, pues las épicas batallas en las que Zuke y Maydar participan son una surreal pero divertida combinación entre tu típico título beat-em-up y un juego de ritmo, lo que resultan en un reto bastante diferente a todo lo demás que encontramos en el mercado, pero no tan extraño como para alejar a su audiencia.

Esto es porque, puesto de una manera sencilla, el combate de No Straight Roads es una experiencia que dejará pegado a la pantalla a cualquiera que se sumerja en sus aguas. No sólo es que la banda sonora de un gravitas a cada pelea, sino también que las animaciones hacen sentir que el frenesí nunca se detiene. Como es de esperarse, la estrategia aquí será aprender los patrones de combate de los enemigos, tener un buen ritmo para poder contraatacar y aprovechar cuando bajan la guardia para desatar una serie de combos y técnicas especiales que parecen un cruce perfecto entre un Kamehameha y un solo de Zack Wylde.

El mejor ejemplo de esta deliciosa pero poco ortodoxa receta lo encontramos en las batallas contra los jefes. Ya sea peleando contra un prodigio de la ópera o un DJ con aparente epilepsia, las peleas que encontramos en No Straight Roads no son nada menos que imaginativas, pero debemos de admitir que su encanto no se mantiene constante; por cada combate genuinamente especial que aprovecha al máximo la estética, estilo y atmósfera del juego, hay uno que es en su mayoría genérico, incluso cuando hace uso de la vibrante paleta de colores del juego.

No ayuda tampoco que los controles no sean los más intuitivos. Sí, quizá es fácil aprender la naturaleza de los movimientos de nuestro protagonistas, pero una vez que estamos familiarizados con sus acciones se vuelve aparente que la precisión no está del lado de No Straight Roads, y lo que pudo parecer una secuencia de acción con valores de producción tipo Pixar de-evoluciona en una escena muy poco fluida que, por falta de una mejor palabra, se siente barata.

Aún con eso sobre la mesa, No Straight Roads sigue sintiéndose especial. Definitivamente se ve favorecido por ser más que la suma de sus partes, ya que el resto de su atmósfera compensa los contratiempos técnicos que se puedan encontrar.

No Straight Roads es una mezcla de referencias de la cultura pop, videojueguil y musical, si se lo muestras a alguien puede que encuentre en el juego detalles y alusiones a películas, series o hasta canciones que quizá tú no hayas notado; eso, para nosotros, es algo valioso y es un clara prueba de que estamos tratando con una obra realizada con mucho corazón. Aunque toma inspiración de muchos lados, No Straight Roads no es un remix; es más bien una compilación de grandes éxitos. Estamos felices de que todavía haya juegos tan poco convencionales y divertidos como este. 

No Straight Roads no es un remix; es más bien una compilación de grandes éxitos. Estamos felices de que todavía haya juegos tan poco convencionales y divertidos como este. 

Este es uno de esos juegos que ofrecen una experiencia tan única e imaginativa que logra contrarrestar la monotonía de todos esos títulos que saturan el mercado, con claras influencias en obras como Jet Set Radio, aquí se nos presenta un brawler quintaesencial, que no teme incluir música, colores y desastre a su explosiva fórmula.

8
Historia:
7
Gráficos:
10
Música:
8
Jugabilidad:
7

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