Después de unos cuantos minutos de admirar el paisaje de Skelattack es obvio que no le hemos dado a Cuphead suficientes elogios. Quizá entre tantos chistes sobre hipotecas y tuits ebrios de medianoche quejándose del maldito nivel del payaso del carnaval, se nos olvidó que uno de los grandes logros de Cuphead en la industria moderna de los videojuegos es devolverle al género de plataformas en 2D su clásico prestigio, además de hacer un fuerte caso por la importancia de la estética en todos los aspectos de un videojuego. Skelattack claramente ha tomado nota de todo lo que Cuphead hizo bien, y en lugar de arrogantemente querer hacerlo mejor, busca más bien cómo hacerlo a su manera.
Aquí nos toca asumir el rol de Skully, miembro de la legión de los recién fallecidos y quizá una muy sutil referencia a una querida serie de televisión que empieza con “X” y termina con “Files”. Justo cuando parece que Skully se está acostumbrando a estar muerto, su hogar y amigos son atacados por humanos. En lugar de buscar oro u otro tesoro, secuestran al esqueleto mayor de Aftervale, Elzedon, y luego persiguen la magia que mantiene encendidos los espíritus de los muertos: la Llama Azul. Junto con a nuestro mejor amigo murciélago, quien desgraciadamente no se llama Mulder, deberemos saltar, cortar y aletear por el Inframundo y detener la amenaza humana.
La premisa suena lo suficientemente pintoresca como para que queramos sumergirnos en este extraño mundo de inmediato. La verdad es que incluso si la narrativa fuera tonta querríamos hacerlo, pues los escenarios de Skelattack están claramente diseñados con atención a los detalles y una variada paleta de colores. En ellos y en los enemigos que ocupan las plataformas podemos encontrar varias referencias a los estilos de animación de Tim Burton, Adventure Time y obviamente Cuphead, todo combinado en un lúgubre pero aún así enternecedor popurri de huesos y magia negra.
Es algo bueno que nos gusten estos escenarios, pues probablemente pasaremos bastante tiempo en ellos. Skelattack no alcanza la enorme dificultad de algo como Celeste, pero tampoco vamos a decir que es un plataformero sencillo. Quizá la mejor forma de describirlo sería como un masacore diluido con hielos y adornado con cerezas marrasquino, pues no es completamente inclemente pero no nos toma de la mano como si fuéramos un niño pequeño visitando la feria por vez primera. Por esto mismo, nuestras muertes son más nuestra culpa y no del juego, en su mayoría causadas por alguno que otro contratiempo a la hora de saltar y aterrizar. Incluso cuando queremos enojarnos por fracasar en nuestro quincuagésimo intento de alcanzar una plataforma y morir en el proceso, sería realmente difícil hacerlo, pues los checkpoints son varios y nuestro tiempo de respawn casi inmediato; nunca se pierde el ritmo del juego y eso es algo complicado de lograr en un título de este estilo.
Skelattack es un perfecto ejemplo de cómo la fórmula de Cuphead puede deconstruir para dar vida a algo nuevo que comparte el mismo espíritu pero porta diferente piel…quizá en este caso, huesos. Nuestra fascinación con Skelattack, sin embargo, va más allá de cómo replica el éxito de otros y se las ingenia para hacerse de uno propio, con un encanto que verdaderamente es único en su tipo.
Skelattack no alcanza la enorme dificultad de algo como Celeste
Después de unos cuantos minutos de admirar el paisaje de Skelattack es obvio que no le hemos dado a Cuphead suficientes elogios.