Fall Guys es un juego verdaderamente revolucionario que cambiará por siempre el rumbo de la industria. No, no lo decimos por su apartado gráfico simplista, mecánica de juego adictiva o incluso por el enorme impacto cultural que ha tenido en el mundo gamer; si pensamos que Fall Guys marcará un antes y un después en el medio es por la manera en la que ha retado los preceptos establecidos de lo que un título battle royale puede ser. Después de que estos monitos bonitos y gorditos en botargas llegaron a escena, dejamos de encasillar al género en los mismos preceptos que rigen a Fornite o Apex. Con este panorama que tienta a la imaginación a pintar el máximo potencial del battle royale es que llega Spellbreak, otro título que así como Fall Guys, expande las barreras de lo que podemos esperar del género.
Decir que Spellbreak es un battle royale ingenioso en que los poderes mágicos son la piedra angular de la jugabilidad sólo rasca la superficie de todo lo que este juego ofrece. Sí, es cierto que a grandes rasgos esta descripción explica el 80% de la experiencia de juego, pero hay particularidades dentro del mismo que lo hacen algo inesperadamente complejo y adictivo. Nuestra entrada al mundo de Spellbreak, por ejemplo, nos invita a escoger uno de varios guantes con poderes elementales. Ya sea que escojamos el guante de fuego, hielo o tierra, tendremos a nuestra disposición una habilidad ofensiva, como un proyectil de fuego; o una destinada a facilitar nuestra movilidad, como un camino de hielo sobre el que podemos deslizarnos. Estas dos herramientas se convierten en las piezas fundamentales de la exploración y el combate, y dependiendo de nuestra destreza es que podremos usarlas para derrotar a los otros jugadores que se nos presenten en el camino. Si a esto le agregamos la existencia de ítems a recolectar que mejoran nuestras estadísticas, hasta aquí podría parecer que Spellbreak es básicamente Fortnite pero con armas tipo Harry Potter en lugar de rifles y escopetas, pero es cuando nos topamos con la oportunidad de tomar un segundo guante que las cosas se vuelven mucho más complejas, pero también mucho más interesantes.
Si alguna vez jugaste Magicka, quizá recuerdas la dinámica que aquel juego ofrecía para combinar poderes elementales distintos y obtener como resultado efectos únicos en el campo de batalla; Spellbreak maneja algo muy similar, en el que nuestro segundo guante elemental puede combinar su poder con el primero que recolectamos. Si nuestro primer guante es de hielo y el segundo de electricidad, podremos combinar la trayectoria de nuestros proyectiles congelados con la energía de los relámpagos para crear un ataque que propina mucho más daño a nuestros adversarios. Esta combinación también puede traducirse a la movilidad, y estamos seguros que en cuanto mayor creatividad se le ponga a las combinaciones más oportunidades de estrategia se abren para el jugador: así es como poco a poco Spellbreak se va sintiendo como un juego mucho más cerebral que tu battle royale promedio.
Ojalá todo fuera miel sobre hojuelas, pero es inevitable que existan contratiempos cuando hay tantas ambiciones y potencial en un juego. Primero está el hecho de que Spellbreak no está para nada bien balanceado. Hay elementos como el fuego, tierra y electricidad que por sí solos son bastante débiles y necesitan combinarse con otros para realmente presentar un reto a nuestros contrincantes; los jugadores que no hayan hecho su diligencia de investigar las estadísticas de estos guantes quizá no tengan mucho éxito en sus partidas en un inicio. Los hechizos que podemos realizar, además, no son lo suficientemente variados, y sólo radican entre ser o muy fuertes o muy débiles, no hay un punto medio que aproveche las posibilidades estratégicas que la combinación de elementos ofrece. La ausencia de un modo de batalla tipo arena también deja mucho a desear, especialmente cuando todo apunta a que Spellbreak podría pintar el escenario perfecto para ello.
Afortunadamente, todos estos son problemas que pueden resolverse sobre la marcha, pero con ya un poco más de dos años en desarrollo, dudamos que Spellbreak puede corregir el curso que lleva pronto. Si podemos mirar más allá de los contratiempos, tenemos un battle royale que genuinamente se siente único, no meramente una derivación o reimaginación de aquellos otros títulos que actualmente saturan el mercado.
Decir que Spellbreak es un battle royale ingenioso en que los poderes mágicos son la piedra angular de la jugabilidad sólo rasca la superficie de todo lo que este juego ofrece.
Si alguna vez jugaste Magicka, quizá recuerdas la dinámica que aquel juego ofrecía para combinar poderes elementales distintos y obtener como resultado efectos únicos en el campo de batalla; Spellbreak maneja algo muy similar, en el que nuestro segundo guante elemental puede combinar su poder con el primero que recolectamos.
8
Jugabilidad:
8
Gráficos:
8
Conectividad:
7
Ambientación:
9