Al igual que 80 Days, el juego anterior de Inkle, Heaven’s Vault es una pieza de narración interactiva que te sumerge en una densa malla de opciones narrativas. Todo es tan intrincado e interconectado como uno de los patrones abstractos en mosaico que decoran las paredes y las puertas de los entornos inspirados en el Medio Oriente y el norte de África del juego. Hay grandes decisiones que tomar aquí, pero lo más emocionante es que a lo largo de la aventura te encuentras rodeado por el constante revoloteo de decisiones más pequeñas: cuánto revelarle a un aliado, cómo responder a la última microagresión de un compañero, y sí, incluso, interpretarlo como una ofensa. De alguna manera, todos estos ejes y radios se unen en una especie de comodidad ocupada.
Una buena analogía para resumir al juego sería un río. En Heaven’s Vault interpretas a Aliya, una arqueóloga que sigue los pasos de un robotista desaparecido que ha descubierto algo oscuramente fascinante en los páramos del espacio. Esa es la interpretación más directa y sencilla que puede entenderse del juego. Retrocediendo un poco, el trabajo de Aliya implica moverse entre sitios de interés y usar las cosas que encuentra, artefactos y jirones de un idioma antiguo, para crear nuevas pistas y nuevos puntos en el mapa para investigar. Eres un viajero espacial con un pañuelo en la cabeza en lugar de un casco presurizado, y tu nave espacial está hecha de madera, velas y cuerdas anudadas y se parece un poco a un crustáceo alado. Y el espacio mismo, una dispersión de «lunas», es un archipiélago navegado por el río, un delta anudado de rápidos afluentes, senderos blancos y nublados esparcidos sobre rocas relucientes. Nunca viste tales rocas. Algunas de ellas son puntiagudas y áridas y llegan al cielo como las columnas de gas que incuban nuevas estrellas en la Nebulosa del Águila. Algunos son resbaladizos con una humedad mineral brillante, reflejando los rosas y púrpuras de un palco en el que, si miras lo suficientemente de cerca, puedes ver pinceladas individuales.
El río te llevará a donde quieras ir mientras te mueves entre una pista y la siguiente, pero una vez que estás en él, hay una sensación de su propia vida enérgica. Se mueve y retumba y te acelera en los giros antes de volverse lento durante un hechizo y hacerte luchar contra él. Hay cosas que ver a lo largo de la ruta si eres lo suficientemente rápido y siempre que hayas aprendido a navegar por el río y sus estados de ánimo. Vives con tus elecciones, incluso las que no te das cuenta de que estás tomando.
Fuera de pretensiones tan poéticas, Heaven’s Vault es especial por la forma en la que nos hace zarpar por estas aguas inciertas de un género que es todo menos fresco e innovador en pleno 2021. Esta es sobre todas las cosas una historia con la que podemos interactuar, algo que está a unos pasos más allá de ser una novela pero se queda corto en ser un juego completo con todas las letras. Esto podría sonar como una debilidad, pero la verdad es que Inkle se las ingenió para convertirlo en una fortaleza, pues Heaven’s Vault sabe cómo crear una narrativa que atrapa lo suficiente como para que ignoremos lo repetitivo que puede tornarse el apartado jugable y técnico del paquete completo. En muchos sentidos, quizá ya no pueda reinventarse la rueda de estos viejos juegos de aventura, simplemente porque los años y la industria ya le han dado muchas vueltas, pero Heaven’s Vault es la prueba de que todavía pueden seguir adelante e incluir a cualquiera que desee acompañarles en el sendero.