A lo largo de los años, el mundo de la ficción se ha encargado de traer a la vida múltiples interpretaciones del infierno. Desde un lugar de tormento lúgubre en la Divina Comedia de Dante Alighieri, hasta una versión completamente subversiva y burocrática en el mundo de The Good Place. Es, sin embargo, en AfterParty, la nueva obra del estudio que nos trajo Oxenfree, donde quizá encontramos la interpretación más divertida de la vida después de la muerte con una colección de bares endemoniados e incontables luces neón que parecen decirnos que la fiesta realmente nunca termina.
AfterParty refina la fórmula que hizo de Oxenfree un juego tan entretenido: tomando la exploración en 2D y elementos de aventura gráfica a un nuevo nivel donde la inmersión es aparente desde el inicio. Quizá sea la enorme calidad de la guionización, la imaginativa atmósfera de los escenarios o una combinación de ambos elementos lo que nos hace sentirnos de inmediato sumergidos en la historia de Milo y Lola, dos amigos que repentinamente se encuentran atrapados en el infierno y pretenden escapar de ahí a como dé lugar; incluso si eso significa tener que derrotar al mismísimo Satanás en una competencia por ver quién puede soportar más alcohol en la sangre.
En camino a los dominios de Satanás, Milo y Lola se encontrarán con una amplia variedad de bares, clubs y otros centros de entretenimiento nocturno que han sido adornados con toques diabólicos y muchísimas luces color neón. Es en estos rincones de mala muerte en donde encontramos el verdadero encanto del juego: el poder de la conversación. Ya sea bajo la influencia de ciertas bebidas o haciendo uso de nuestro propio ingenio y de las pistas que vamos descubriendo con nuestra exploración, deberemos de convencer, intimidar o hasta seducir a los otros habitantes del infierno para que actúen en nuestro favor.
La fórmula aquí es la misma a la que ya nos hemos acostumbrado en el mundo de los point-and-click, lo que la eleva es el innegable talento de los actores de voz detrás del juego. Cada personaje tiene su propio carácter y la forma en la que hablan lo refleja: ligeros titubeos por aquí, pronunciaciones extrañas por allá, etcétera. Las conversaciones nunca se sienten repetitivas, al contrario, resulta emocionante descubrir cuál será la personalidad del siguiente demonio con el que entablaremos una plática.
No todos los intercambios de palabras tienen un camino aparente hacia el éxito, sin embargo, y habrá múltiples ocasiones en que podremos fracasar en nuestra misión sin darnos cuenta. Cuando esto ocurre, en lugar de darnos otra oportunidad para corregir nuestro error, AfterParty decide mejor dejarnos vivir con las consecuencias de nuestros actos y construir en base de esos fracasos. Esta filosofía se extienda a cada una de las acciones y decisiones que tomamos en el juego, el peso de las consecuencias se vuelve más grande conforme nos acercamos al final y termina en una resolución satisfactoria que, si has jugado otros juegos de aventura gráfica en el pasado, realmente está en una liga propia.
Podríamos debatir por horas cuál es el elemento más importante en la fórmula que AfterParty sigue hacia el éxito. Para algunos quizá sean sus detallados e imaginativos escenarios, otros dirán que su premisa simple pero creativa es donde reside el encanto, mientras que habrá quienes opinen que la actuación de voz y la guionización que la respalda es el detalle más poderoso de la experiencia. La verdad es, sin embargo, que AfterParty es una de esas obras que es mucho más que la suma de sus partes: todos sus elementos trabajan en armonía y crean un balance en donde cada uno de ellos resulta ser igual de importante. La conexión que AfterParty crea con el jugador a partir de esto es profunda e inmediata, haciéndonos ver que muchos caminos a tomar que pueden llevarnos tanto al Cielo como al Infierno.