Obviamente: ¡SPOILERS!
The Last of Us Parte II es un juego oscuro e incómodo. No hay otra forma de decirlo. A la hora de crear una secuela al que es quizá uno de los títulos más importantes en toda la historia del medio, Naughty Dog pudo haber tomado la ruta más sencilla y predecible, continuando la narrativa del juego original de la misma forma que Star Wars y las películas de Marvel lo han hecho con gran éxito. Sin embargo, toma una ruta totalmente distinta; una que quizá rompe el corazón de muchos que se enamoraron con la historia de Joel y Ellie.
The Last of Us Parte II opta por matar a Joel, un personaje que no sólo fue el protagonista del primer juego, sino uno con el que también nos habíamos encariñado, y lo hace de una forma incómodamente brutal. Ellie, por otro lado, parece poco a poco convertirse en una villana y se vuelve cada vez más difícil estar de su lado y darle sentido a la violencia que ejecuta en pantalla. Pareciera que el juego hace todo en su poder para constantemente hacernos sentir culpables por estarlo jugando. Si a esto le agregamos un final en el que después de llenar sus manos de sangre, Ellie deja ir libre a la asesina de Joel, tenemos a un montón de fans que, con justa razón, terminan por odiar el juego y gritan a quien quiera oírlos que Naughty Dog arruinó la obra maestra que fue el primer The Last of Us.
En efecto, The Last of Us Parte II hace muchas cosas para pervertir con tonos lúgubres la historia de Joel y Ellie, prácticamente forzándonos a odiar el juego en sí. Pero esto no se debe a un error en la dirección narrativa, ni a la necesidad de cumplir con una agenda políticamente correcta como muchos argumentan en internet. No. Se trata de algo completamente intencional. The Last of Us Parte II es un juego diseñado para dejarnos con un mal sabor de boca, al menos en un sentido narrativo. Todo lo terrible que le ocurre a los personajes, era la única consecuencia posible después de lo que vimos en el primer juego. De hecho, todo The Last of Us Parte II es una historia acerca de consecuencias; consecuencias que deben de pesar tanto sobre nosotros como sobre los personajes que vemos en pantalla. Para entender esto y por qué la intención de Naughty Dog siempre fue que debíamos de odiar los eventos de The Last of Us Parte II es necesario primero voltear a ver el juego original.
A lo largo del primer The Last of Us vemos como Joel y Ellie forman un vínculo fuerte y profundo, muy parecido al de un padre con su hija. De hecho, podríamos decir que eso es prácticamente lo que son justo antes del clímax del juego: una familia. Pero luego ocurre ese inesperado giro. Para salvar al mundo y encontrar una cura al virus cordyceps que ha destrozado a la sociedad, Ellie debe de morir, pero Joel no puede perder a su hija. No esta vez. La secuencia que sigue es extremadamente violenta. No porque tenga cantidades innecesarias de sangre, sino porque a diferencia del resto del juego, aquí no estamos peleando para sobrevivir; estamos atacando médicos y demás personas que sólo quieren salvar al mundo y que están rogando piedad mientras tiemblan y sangran en el suelo, y todo esto lo hacemos porque no estamos listos para perder a alguien que le ha devuelto el sentido a nuestra vida. Es extremadamente egoísta, pero la lógica de Joel es que el mundo le quitó algo a él muchos años atrás, y ahora, él va a quitarle algo al mundo. Hay cierta justicia poética en ello. Los últimos minutos del juego ven a Joel y Ellie juntos de nuevo, a punto de empezar una nueva vida. Es un final feliz, pero uno que al nacer de una mentira no está destinado para durar. Es de hecho esta mentira, y todo lo que envuelve, lo que hace de los eventos de The Last of Us Parte II algo inevitable. La historia de Joel y Ellie siempre iba a terminar en tragedia.
No descarto la idea, sin embargo, de que definitivamente había otras rutas posibles para la secuela de The Last of Us. Rutas un poco menos brutales y que quizá podrían expandir más el extraño mundo de esta Tierra postapocalíptica o cuando mínimo darle una luz positiva a la vida de Joel y Ellie como una nueva familia. Después de todo, videojuegos como este son arte, al final del día, y dicen que en el arte tendemos a intentar que todo salga feliz y perfecto, porque en la vida real es difícil que las cosas resulten así de bien. The Last of Us Parte II, sin embargo, en lugar de reescribir la realidad a nuestro gusto, decide representarla tal como es: con todo lo terrible y hermoso que hay en ella. Incluso si esto significa que habrá muchos que terminen detestando al juego, no podemos negar el poder de aquello que intenta contarnos.
The Last of Us Parte II nunca quiso ser un juego divertido, ni siquiera entretenido en su totalidad, su propósito era ser un juego incómodo que despertara fuertes emociones y nos hiciera ver una faceta de la naturaleza humana que, aunque nos gusta ignorar o fingir que no la conocemos, existe en todos nosotros.
The Last of Us Parte II ya está disponible exclusivamente para PlayStation 4.