RESEÑA: Lumberjack’s Dynasty

Quizá no sea tu sueño dorado, sin embargo, con este indie se puede ver porqué es que ser un leñador puede ser una actividad divertida de simular, bienvenidos sean a Lumberjack’s Dynasty, un juego que nos invita a esta divertida profesión con un toque de drama y elementos RPG, ¿todo esto consiguen darnos un juego recomendable? Vamos a averiguarlo. 

De quienes nos trajeron Farmer’s Dynasty o Medieval Dynasty, juegos de temática parecida solo que con el manejo de una granja o de una casa en la época medieval, ahora nos traen al mismo personaje pero con un contexto diferente, ahora no le toca heredar una granja, sino la profesión de la familia, ser un leñador. Llegando el pueblo en camión con muchas ilusiones y miedos, empezaremos con un campamento de leñadores algo descuidado que nuestros tíos nos irán adjudicando poco a poco para que le devolvamos su antiguo esplendor. Además de las tareas de leñador como tal, por el camino podremos resolver una gran variedad de misiones y entrenar muchas habilidades para mejorar y volvernos más profesionales y aceptados en el pueblo.

De esta forma el juego se convierte en una suerte de mundo abierto un poco limitado, pero ayuda muchísimo a sentir que el juego es una aventura más que simplemente ser un simulador de cortar madera en el bosque. Con esto, nuestra jugabilidad se puede adaptar con total libertad dependiendo de cómo queramos llevar nuestra empresa. Por lo que para convertirnos en un leñador hecho y derecho, deberemos de hacer toda clase de actividades como comprar, talar y transformar grandes bosques en una empresa rentable, sin desviarse demasiado en la principal labor: ser un leñador con todo y barba y con camisa de franela a cuadros. Otra opción es dedicar más tiempo a explorar toda la profundidad del juego y experimentar la enorme variedad de posibilidades adicionales: desde reparar y renovar edificios y vehículos, hasta pescar, recoger miel y cultivar verduras, pasando por socializar con los lugareños, encontrar el amor de nuestra vida, casarnos y finalmente fundar nuestra propia familia.

Como ves, Lumberjack’s Dynasty, a diferencia de cualquier otro juego de gestión o simulador, tiene un aura mucho más completa que incluso nos da diálogos y momentos donde la narrativa quiere contarnos algo. Tenemos que decirlo, el juego es independiente y sus niveles de desarrollo no son los más complejos. A pesar de que a simple vista el mundo en primera persona que vemos no se vea estéticamente mal, tampoco es que impresione, pero cuando escuchamos los diálogos y vemos el diseño de personajes más de cerca, sobre todo en los momentos de diálogo, pareciera que jugamos algo de PS2. Esto hay que sumarle el tema de los diálogos, que no solo pequen ser demasiado acartonados, sino que pareciera que se grabaron con el celular de uno de los desarrolladores en algún cuarto con eco. 

Esto último podría echar para atrás a cualquiera, sobre todo aquellos que están acostumbrados a gráficos de última generación, sin embargo tampoco es que digamos que esto arruine la experiencia, al contrario, consiguen darle un toque ingenuo a un juego que abarca mucho y que aprieta poco, pero lo que abarca es suficiente para cautivar al público y darnos una variedad de cosas lo suficientemente complejas y divertidas para perdernos horas en esta vida donde, al parecer, todos son amables y los problemas se resuelven trabajando duro… ya saben, la vida de un leñador. 

No vamos a mentirles, si no estás familiarizado con la obra de UMEO Studios puede que el juego te parezca barato, que le falta una pulida, pero jugando poco a poco nos daremos cuenta que esos detalles e ingenuidad son totalmente apropósito para crear un mundo donde las opciones son muchas, tantas que incluso podremos parar el juego sin realmente necesitar hacer uso de todas ellas. Por ello es que, al final, solo nos queda recomendar Lumberjack’s Dynasty, que si bien estéticamente no es perfecto, nos entrega una experiencia de simulación bastante completa que empieza dándonos la posibilidad de ser senadores y terminamos creando una distancia a partir del trabajo duro y de cortar muchos árboles.